Libro Escucha a tus Ángeles con el corazón (Capitulo 3)


RECORDANDO QUIÉNES SOMOS
CAPÍTULO III
¿Quién es el hombre? Los hombres somos, ante todo, seres espirituales. 
Almas que decidimos regresar a la tierra y encarnar en un cuerpo humano para poder continuar nuestro crecimiento. 
Somos ángeles en proceso; somos almas que vamos evolucionando de acuerdo con los aprendizajes que vamos obteniendo, a través de las diferentes vivencias que experimentamos. 
Vamos creciendo, nos vamos dando cuenta de quiénes somos en realidad. Vamos descubriendo nuestra naturaleza divina, nuestra semejanza con Dios. Vamos descubriendo que somos parte de Su creación y que nada creado por Él puede ser imperfecto. 
De acuerdo con el aprendizaje que hemos venido a obtener en esta vida, nos fue dado un cuerpo humano, con características específicas que nos permiten obtener este aprendizaje. 
Esto nos vuelve seres perfectos, ya que en nuestra supuesta “imperfección” está nuestro crecimiento y aprendizaje. 
Vamos despertando nuestra luz divina, aprendiendo a ser admiradores de la creación de Dios y aprendiendo a ver que Dios existe en cada uno de nosotros a través de Su luz. 
Pero también somos humanidad, y mientras continuemos habitando un cuerpo físico, nuestro deber es honrar y respetar nuestra condición humana; así como entender que somos proceso, no producto terminado y que, en determinadas circunstancias, debemos observarnos a nosotros mismos con compasión, pensando que siempre hacemos nuestro mejor esfuerzo, pero que estamos en una fase de aprendizaje. 
EJERCICIO 
Eres luz Busca un lugar en donde puedas estar en paz y en completa quietud, adopta una posición que te resulte cómoda y cierra los ojos. 
1. Respira profundamente y concéntrate en tu ritmo respiratorio, haciéndolo cada vez más despacio y de manera más consciente.
2. Vuelve a inhalar profundamente y esta vez centra la atención en tu cuerpo. Empieza por tu cabeza y ve bajando la atención por tu cuello, hombros, brazos, manos, torso, glúteos, piernas y pies. 
3. Ahora centra tu atención en tu cuerpo energético, siente tu energía. Enfócate en tu primer centro de energía, el chakra de la raíz, de color rojo, ubicado a la altura de tu coxis. 
4. Visualiza cómo de tu chakra de la raíz sale un rayo de luz que baja y te conecta con el centro de la tierra.
5. Permite que este rayo se enganche y suba con mucha mayor intensidad hasta tu primer chakra. Siente y observa cómo ilumina tu primer chakra, lo limpia y lo hace girar.
6. Continúa hacia arriba, al segundo y tercer chakra; iluminándolos, expandiéndolos y haciéndolos girar. 
7. Sube la energía hasta tu corazón; respira profundo y al exhalar pon tu corazón en el aquí y el ahora, para contactar con tu luz divina. 
8. Continúa subiendo la energía por tus tres chakras superiores, iluminándolos, expandiéndolos y haciéndolos girar. 
9. Permite que de tu coronilla salga disparado el rayo de luz, conectándote ahora con el cielo. 
10. Sigue respirando profundamente y permite que un rayo de luz divina baje, entrando por tu coronilla y llegando hasta tu corazón. 
11. Permite que esta luz divina vaya llenando tu corazón… siente esta luz, deléitate en ella. Deja que vaya creciendo, haciéndose cada vez más grande, hasta que abarque por completo tu corazón y la empieces a irradiar hacia el resto de tu cuerpo.
12. Ahora permite que la luz vaya llenando todo tu cuerpo físico y tu campo aúrico. Observa cómo tu cuerpo energético se expande y se ilumina. 
13. Cuando te sientas pleno de esta luz, repite para ti mismo: “Cuando permito que Dios viva en mí, no hay espacio para el miedo. Cuando la luz de Dios vive en mí soy fuerte, soy amoroso, soy grande”. Ahora haz tus propias afirmaciones: “Cuando la luz de Dios vive en mi soy:
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14. Irradia esta luz, compártela con aquellos que te rodean, con los que más amas. 
15. A tu tiempo, cuando quieras regresar, empieza a bajar la intensidad de la luz y entra en contacto con tu cuerpo físico. 
16. Poco a poco, regresa al lugar donde te encuentras físicamente, hazte consciente de tu respiración, de tu cuerpo, empieza a mover lentamente tus manos, tus pies, respira profundo y cuando estés listo, abre los ojos.
Tres niveles de conciencia: ser inferior, ser superior y ego 
Conforme hemos ido evolucionando como almas, también hemos adquirido una conciencia más elevada. Para efectos prácticos y de entendimiento, vamos a dividir la conciencia en tres niveles: ser inferior, ego o máscara y ser superior. 
Ser inferior 
Todos tenemos un ser inferior, no hay quien se salve de este hecho. En muchas ocasiones este ser inferior es el que nos hace sobrerreaccionar o actuar impulsivamente, la mayoría de las veces de una forma negativa. En el ser inferior se encuentran los instintos de muerte y destrucción: Tánatos y Eros, según Freud; es decir, sentimientos, pensamientos y deseos de muy baja densidad (violencia, agresividad, odio, envidia, deseos de venganza, etcétera). Conforme vamos creciendo personal y espiritualmente, nos vamos dando cuenta de que tenemos la opción de elegir desde dónde queremos actuar o reaccionar, y es más fácil observar cuando un sentimiento viene desde el ser inferior y a través de la conciencia y la voluntad, transformarlo en algo más positivo.
Ego o máscara 
El ego en el mundo espiritual tiene muy mala fama, pues se cree que nos bloquea y no nos permite avanzar, por lo que hay que eliminarlo, quitarlo o arrancarlo totalmente de nuestro sistema. Sin embargo, esta idea es totalmente falsa. 
No podemos deshacernos del ego, porque es parte de nuestra esencia y porque tiene una función positiva en nuestras vidas. Las funciones del ego son: 
Funciones positivas del ego 
En el ego se encuentran los introyectos o “deberías”, todas aquellas reglas o normas sociales que aprendimos de niños y que fueron enseñadas por nuestros padres, abuelos, escuelas, en fin, por el entorno en general. Estos “deberías” son los que nos han permitido vivir en sociedad de manera civilizada durante siglos. 
Y si bien hay algunos introyectos que nos estorban en nuestro crecimiento como seres humanos y que deben ser cuestionados y actualizados desde la óptica de la conciencia, algunos de ellos nos permiten seguir conviviendo de manera sana en lo que terminamos de dar el salto cuántico hacia una sociedad enfocada en el ser superior. 
El ego actúa desde el miedo. Ante el miedo, los seres humanos reaccionamos de dos maneras diferentes: buscamos protección o nos paralizamos. 
Por ejemplo, ante situaciones que pueden resultar amenazadoras para nuestra integridad, el ego actúa de una forma positiva al ayudarnos a buscar mecanismos sanos de protección. 
Funciones negativas del ego 
En su parte negativa el ego actúa de dos maneras diferentes: o nos aplasta o nos engrandece, la constante en ambos casos es que nos muestra una realidad poco objetiva y distorsionada. 
Ego aplastante: es autoexigente, autocrítico. 
Nos regaña, nos juzga, dejándonos con la sensación de poca valía, de culpabilidad y con la sensación de no ser lo suficientemente buenos.
Ego enaltecedor: nos halaga, busca los errores de otros y nos hace sentir superiores a los demás. En ambos casos el ego, en su fase negativa, nos paraliza. 
El primero no nos permite avanzar en nuestro crecimiento, haciéndonos sentir que no somos merecedores de nada bueno; mientras que el ego enaltecedor nos vuelve soberbios, impidiéndonos crecer a través de nuestras experiencias. 
Si queremos avanzar, la mejor forma de hacerlo es poniendo de nuestro lado al ego; para lograrlo es necesario escucharlo y entender la razón o razones de que nos bloquee, es mejor convertirlo en nuestro aliado que en nuestro enemigo. 
Ser superior 
El ser superior es aquel que alberga nuestra sabiduría interior. Aquí habita nuestra conciencia y la capacidad de vivir siendo observadores y cocreadores de nuestra propia existencia. 
Aquí se encuentra la conexión con Dios y la certeza de nuestra naturaleza divina. 
Es a través del ser superior que nos comunicamos con los ángeles y los arcángeles. Cuando entramos en meditación profunda contactamos con nuestro ser superior y es posible abrirnos a la posibilidad de una realidad de mayor plenitud. 
El ser superior se ocupa de generar situaciones en las que nos potencialicemos; se encarga de recordarnos constantemente quiénes somos, por qué estamos en esta realidad, que tenemos talentos y habilidades para mejorar nuestro entorno inmediato y, con esto, aportar algo positivo a la humanidad. 
El ser superior entiende al mundo desde el corazón, es empático y sabe que cada quien tiene una historia y actúa desde ella, es compasivo. En la medida en que más seres humanos estemos viviendo en esta conciencia superior (donde se busca un beneficio personal, buscando también el bienestar común), menos necesitaremos de factores externos que nos regulen (normas, deberías, introyectos, etcétera). Pasar del ego al ser superior tiene que ver con el despertar de conciencia. 
EJERCICIO Convirtiendo al ego en tu amigo
Busca un lugar en donde puedas estar en paz y en completa quietud, adopta una posición que te resulte cómoda y cierra los ojos.
1. Respira profundamente y concéntrate en tu ritmo respiratorio, haciéndolo cada vez más despacio y de manera más consciente. 
2. Vuelve a inhalar profundamente y esta vez centra la atención en tu cuerpo. Empieza por tu cabeza y ve bajando la atención por tu cuello, hombros, brazos, manos, torso, glúteos, piernas y pies.
3. Entra en contacto con tu ego. Imagina en qué parte de tu cuerpo se encuentra y trata de sentirlo. Quédate en la sensación y empieza a darle una forma. 
4. Una vez que tengas ubicado a tu ego, imagina que sale de tu cuerpo y se ubica frente a ti… Continúa dándole una forma, deja que tome su propia personalidad, permítele que se convierta en una persona, personaje o animal. Déjalo que hable, diciendo lo que normalmente te dice, presta atención y toma conciencia de cada palabra que escuchas (por muy dolorosa que sea). 
5. Cuando haya terminado de hablar, exprésale lo siguiente: “Ego, hasta este momento te he escuchado y tus palabras han tenido un gran poder sobre mí; en muchas ocasiones me han paralizado, no me han dejado crecer, me han bloqueado. Sin embargo, a partir de este momento yo elijo empezar a vivir desde el ser superior. Te acepto como una parte mía, y te amo”. 
Al terminar de decir lo anterior, respira profundo y envíale luz desde tu corazón; no dejes de observar qué le pasa al ego cuando lo haces. Repite: “A partir de este momento las decisiones las tomo yo, a partir de ahora, no caminarás frente a mí, estorbándome, sino a mi lado, protegiéndome”. Observa cómo el ego toma su lugar a tu lado. Repite: “Te escucharé y cuando yo lo crea pertinente, tomaré acciones que nos brinden algún tipo de protección. Pero ahora las decisiones las tomaré desde un lugar mucho más sabio”. 
6. Obsérvate a ti mismo junto con el ego. ¿Cómo te sientes ante esta nueva situación? ¿Hay algún cambio en tus sensaciones internas? 
7. Regresa a ti, a tu cuerpo, a tu respiración. Mueve las manos, los pies y cuando estés listo, abre los ojos.
La intuición como un sexto sentido Según el Diccionario del Español Moderno, la palabra intuir significa “percibir clara e instantáneamente una idea”. Los ángeles se comunican con nosotros de muchas maneras. En ocasiones nos envían señales claras que podemos percibir con nuestros cinco sentidos, y otras veces se comunican con nosotros a través de nuestra imaginación, pensamientos, sensaciones, sentimientos, etcétera. A esta comunicación tan sutil, que a veces se confunde con casualidades y coincidencias se le llama INTUICIÓN. 
Nos comunicamos con nuestros ángeles a través de la intuición. La intuición no es un misterioso sexto sentido, ni un don especial para unos cuantos; es un sentido que TODOS tenemos y la única diferencia es que unos lo desarrollamos más que otros. Todos nacimos con capacidades intuitivas, los principales motivos por los que las atrofiamos son: No haber sido validados en nuestra inteligencia intuitiva durante los primeros años de la infancia. Situaciones como: —Mamá, mamá, hay un señor en la sala. —No, mi hijito, seguro te lo estás imaginando, yo no veo nada, los fantasmas no existen. (Dentro de sí misma, la madre lo que está expresando es que se está muriendo de miedo y que prefiere no saber o negar la existencia de la entidad). Poner demasiada atención a la mente lógica. Tratar de encontrar una razón que explique todo lo que nos sucede, inclusive situaciones que no tienen explicación. Estar en las preocupaciones de los chakras inferiores, de tal manera que no resulta importante abrir los canales intuitivos para comunicarse con los ángeles (por ejemplo, esto aplica para personas muy materialistas y superficiales, que se distinguen por su adicción al trabajo o por estar muy enfocadas en el cuerpo físico, etcétera). La intuición se siente, es una información que se da, cuando alguien nos pregunta cómo sabemos lo que intuimos, nos cuesta explicarlo, sólo lo sabemos. La intuición es, por así decirlo, información que nos llega en el momento adecuado. Si escucháramos a nuestra intuición y la siguiéramos, nuestra vida sería mucho más fácil. Los ángeles y Dios utilizan nuestra intuición para guiarnos en nuestra vida cotidiana. Cuando sientas en el fondo de tu corazón que el mensaje intuitivo es correcto, no dudes, síguelo, porque seguramente será algo muy bueno para ti y todos los que te rodean. La intuición se percibe a través de cuatro canales: la clarividencia, clariaudiencia, clarisensibilidad y clariconocimiento. 
Clarividencia 
Se refiere a ver; son visiones o visualizaciones en las que vemos a los ángeles adentro o afuera de la cabeza, es decir, con los ojos físicos o a través del tercer ojo. Con los ojos físicos los vemos como: manchas translúcidas, flashes de luz, espirales, esferas de luz, etcétera. Con el tercer ojo se les puede ver como ángeles (la figura con la que tradicionalmente se les conoce), energía, viejos amigos, etcétera. A veces los vemos en sueños. Para lograr ver a los ángeles con el tercer ojo, solamente necesitamos tener la intención de hacerlo, elevar nuestro cuerpo energético y sostener un estado meditativo, (relajado, en total control sobre el pensamiento y con el corazón abierto). Cuando vemos a los ángeles a través del tercer ojo, no estamos “alucinando”; los ángeles utilizan el ojo de nuestra imaginación para entrar en nuestras vidas. El hecho de que la imagen sea proyectada dentro de nuestra cabeza no quiere decir que sea irreal o imaginada. Es normal que al principio dudemos de este tipo de imágenes, sólo hay que pedir a nuestro ángel que nos confirme lo que estamos recibiendo. Después de un tiempo, recibir imágenes y confiar en ellas será una situación natural. Ver a los ángeles sin tanto esfuerzo y de una manera más natural y cotidiana se da con la práctica y la conciencia de su existencia entre nosotros los seres humanos. 
Clariaudiencia 
Al igual que la clarividencia, los mensajes se reciben ya sea adentro o afuera de nuestra cabeza; es decir, las podemos escuchar como si fueran nuestra propia voz en el interior o como una voz externa y muy posiblemente diferente a la nuestra. Sabemos que son los ángeles y no la imaginación porque nos hablan en tercera persona o en plural; no dicen “yo”, sino “tú o nosotros”. 
Normalmente los mensajes de los ángeles son muy positivos o motivadores; nos llenan de energía, de amor y de paz interior. 
A los ángeles los escuchamos de la siguiente manera: Escuchamos palabras aisladas que nos dicen algo o mensajes completos y estructurados. A través de la música; ya sea música celestial o una canción que se escucha o en la que se piensa constantemente, y que, si se analiza, la letra trae un mensaje para nosotros. Cuando escuchamos ruidos como campanitas en el oído. A veces los ángeles utilizan la voz de terceras personas para llegar a nosotros, en muchas ocasiones de niños que están a nuestro alrededor. Dios y los ángeles siempre responden a nuestras preguntas e inquietudes. Cuando preguntes, sólo abre tus oídos y tu corazón y confía, verás que obtienes una respuesta. A los ángeles, al igual que a las personas con las que interactuamos diariamente, les podemos pedir que nos hablen más fuerte, que nos hablen más suave, que dejen de hacer ruido o que se identifiquen. Clarisensibilidad Se refiere básicamente a sentir; a estar en contacto con nuestras sensaciones corporales, que son las que nos van a indicar el mensaje que nuestros ángeles nos quieren dar. El principal problema con la clarisensibilidad es que como un factor social, nos desensibilizamos; esto quiere decir, dejamos de estar en contacto con nuestro cuerpo y nuestras sensaciones. Lo primero que tenemos que hacer para tener este tipo de contacto es retomar la relación con nuestro cuerpo y estar en contacto con él. Cómo saber cuando nuestro ángel se manifiesta: Al sentir su presencia a través de nuestros propios sentimientos. Por ejemplo sentir mucha paz o percibir a nuestro corazón rebosante de amor. Al sentir la energía de los ángeles cerca de nosotros, esto sucede cuando meditamos con las palmas de las manos hacia arriba. Al sentir un abrazo amoroso y cálido, como si nos envolvieran con sus alas. No lo dudes, ¡sí lo están haciendo! Al sentir cambios de temperatura o de presión en el aire. Por ejemplo, cuando el Arcángel Miguel está presente se siente mucho calor; y cuando es el Arcángel Rafael el que se acerca se siente un ligero soplido de aire en la cara. Al sentir que tocan alguna parte de nuestro cuerpo (la cabeza, los hombros, etcétera). 
Con un aroma agradable, como flores, dulces, etcétera. 
Por cierto, de esta forma también se pueden contactar a espíritus, la diferencia radica en el sentimiento durante y después del encuentro; es decir, mientras que los encuentros con los ángeles siempre nos dejan llenos de amor y de paz; los encuentros con espíritus pueden dejarnos una sensación de frío, miedo y angustia. 
Para que no pase esto, contacta al Arcángel Miguel y pídele que te proteja de otras entidades de más baja vibración. Clariconocimiento 
Las experiencias con los ángeles contienen ideas, revelaciones o pensamientos. Normalmente son ideas o pensamientos que surgen de la nada y como respuesta a una plegaria. Y en muchas ocasiones vienen acompañados de la frase: ¡Cómo no se me había ocurrido antes! Los ángeles se expresan a través del conocimiento, de la siguiente manera: Ideas que surgen en tu cabeza súbitamente, como solución a algún problema. Tener información en tu cabeza que no sabes cómo surgió o cómo la adquiriste. Tener conocimiento espontáneo de eventos que están sucediendo en ese momento, sin tener un contacto tangible con el evento. Ideas específicas sobre cómo llevar a cabo una acción. El clariconocimiento divino es repetitivo y constante, siempre en tono positivo, señalando la forma en que puedes mejorar tu vida y la de otras personas. Desarrollando los canales intuitivos Al ser la intuición un sentido que no ha sido validado y utilizado como los otros cinco, es importante tenernos paciencia. Aprender a abrir nuestros canales intuitivos es como andar en bicicleta. ¿Recuerdas cuántas veces intentaste andar en bici antes de lograrlo? Seguramente las primeras veces te fue difícil coordinar el movimiento de tus pies para echarla a andar; quizá necesitaste de las llantitas entrenadoras por un tiempo, seguramente te caíste y te hiciste un par de raspones; hasta que un buen día lo lograste, agarraste velocidad y hasta soltaste el manubrio levantando los brazos en el aire en señal de triunfo. Todo es cuestión de práctica. No te desesperes, si las primeras veces no lo logras o recibes poquito, no quiere decir que no lo vayas a conseguir. Hay que tener algo muy presente, no todos recibimos los mensajes de la misma manera. Algunos somos más clarividentes que claricognitivos; otros, más clarisensibles y otros, más clariauditivos. Normalmente tenemos uno o dos canales más desarrollados que los demás, por lo que será más fácil que recibas los mensajes de tus ángeles a través de ellos. Esto no quiere decir que no puedas desarrollar los canales que se te dificultan; simplemente lo irás haciendo, como ya se dijo, con la constante práctica. Imaginación contra intuición Constantemente mis alumnos me preguntan cómo pueden diferenciar la intuición de la imaginación. La forma más efectiva de saberlo es dándole tiempo a la respuesta, es decir, permitiendo que el contenido del mensaje hable por sí mismo, que la vida confirme la respuesta. Observo constantemente que mis alumnos terminan de confiar cuando reciben información para otras personas, que no conocen; al corroborar la información que reciben con el destinatario del mensaje, se sorprenden y confían. Normalmente, cuando me hacen esta pregunta suelo responder: “Si aquello que estás recibiendo, ya sea de tus ángeles o de tu imaginación, te hace bien, es un mensaje positivo, te energetiza, te mueve hacia la plenitud, entonces síguelo, sin importar de dónde viene; después de todo, los ángeles también utilizan nuestra imaginación para comunicarse con nosotros”.
EJERCICIO Observando tus canales intuitivos
Vuelve a repetir el primer ejercicio del libro, la meditación del encuentro con tu ángel. Al finalizar el ejercicio, responde a las siguientes preguntas: 
1. ¿Pudiste ver con claridad a tu ángel? ¿Cómo lo viste, con tus ojos físicos o con tu tercer ojo, y qué características viste en él, lo puedes describir? 
2. ¿Qué sentimientos o sensaciones surgieron en ti al ver a tu ángel? ¿Sentiste su energía en la palma de tus manos, tuviste alguna otra sensación externa durante el tiempo de contacto con tu ángel? 
3. ¿Escuchaste a tu ángel, qué fue lo que escuchaste? ¿Puedes reconocer algunas palabras que hayas escuchado, lo escuchaste dentro o fuera de tu cabeza, cómo te hablaba tu ángel? ¿Escuchaste algo más durante la meditación? 
4. ¿Qué ideas surgieron durante la meditación? ¿Tuviste algún pensamiento espontáneo que te sorprendiera? Una vez que hayas contestado el cuestionario, date cuenta de cuál de los cuatro canales intuitivos te resulta más sencillo y cuál se te dificulta más. Una vez que tengas conciencia de tus habilidades intuitivas te será mucho más fácil contactar a tus ángeles.
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